sábado, 9 de marzo de 2013

UN LECTOR VORAZ


Entrevista de Luis Britto García para Lorena Tasca, El Universal
1. ¿Cuáles fueron los mejores libros que recomendó Chávez?
-De entrada, El Quijote. De Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, que entregó personalmente al presidente Obama, y que insertó el título en la lista de los más leídos en Estados Unidos. Un libro cimero, Así hablaba Zaratustra, de Federico Nietzche, raro en la biblioteca de un izquierdista porque propone un individualismo y un elitismo extremos, pero que está lleno de expresiones centelleantes. Los miserables,
de Víctor Hugo, un novelón romántico pleno de suspensos y sobresaltos, pero de un maravilloso vigor y de una gran solidaridad con el destino de los desposeídos.  Algunos títulos no eran de primer nivel, como El oráculo del guerrero, pero un lector voraz lee de todo, y Chávez lo era. 
2. ¿Considera que el Presidente logró que el hábito de la lectura se hiciera más común en todos los lectores?
-Sí, es obvio que el Presidente leía vorazmente. Parecía un librero: en cada “Aló Presidente” tenía una pila de volúmenes para presentarlos, pero además los comentaba con entusiasmo, en forma inteligente y a veces crítica, lo cual demuestra que en efecto los leía y  asimilaba. Y cada vez que el Presidente comentaba un libro, despertaba la curiosidad hacia él y aumentaba la venta al extremo de que a veces el título se agotaba. En algunos casos su entusiasmo por un libro era tal que ordenaba ediciones con tirajes cercanos al millón de ejemplares y de repartición gratuita, como ocurrió con el Quijote y con Los miserables.

3. Los libros recomendados por el Presidente, ¿son los imprescindibles para cualquier izquierdista?
-Sí, teniendo en cuenta que comentó y recomendó la literatura izquierdista sin establecer vetos ni discriminaciones. Igual comentaba a Marx que a Lenin y a Trotzky, al Che Guevara que a Mariátegui, a Abreu de Lima que a Simón Rodríguez, a Gramsci que a Federico Brito Figueroa y Carlos Irazábal, así como los panfletos y manifiestos de la izquierda venezolana, tales como los antologizados en San Carlos Libre. Su voracidad intelectual era inagotable. Se leía los libros ganadores del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, y los comentaba minuciosa y detalladamente. Incluso analizaba detenidamente textos tan abstrusos como Más allá del Capital, de Meszaros, del cual me obsequió personalmente un ejemplar. Creo que con Simón Bolívar, Guzmán Blanco y Rómulo Gallegos, integra el cuarteto de los presidentes venezolanos que más han leído. Bolívar, incluso en los trajines de la Campaña del Sur, se las arregló para acarrear consigo una biblioteca de centenares de títulos, entre los que descollaban las obras de Voltaire, Montesquieu, Locke, Hobbes y Rousseau. Por cierto, debo agradecerle a Chávez que recomendara algunos de mis libros, entre otras América Nuestra: integración y revolución, y El pensamiento del Libertador: economía y sociedad.

4. ¿Qué impacto dejó Chávez en su discurso cultural?
-Durante muchas décadas algunas publicaciones culturales omitieron casi toda referencia a obras, temas y autores venezolanos, sugiriendo que la cultura era una mercancía exquisita, apolítica, sólo producida en el exterior y que debía ser importada. Esta orientación se replicó en los programas de algunas Escuelas de Letras. Floreció así una cultura de puertos. La prédica de Chávez, sus ediciones masivas, su constante recomendación de autores, incluso sus recitales donde citaba de memoria poemas de Andrés Eloy Blanco, de Arvelo Torrealba y de infinidad de otros autores, estimularon a volver la mirada hacia los problemas y las letras latinoamericanas, caribeñas y venezolanas, a examinar y debatir nuestra realidad, con sus grandezas y sus miserias. Hay que consignar también que los comentarios de Chávez estimularon un gran interés hacia la literatura infantil, pues dedicó extensos comentarios a las lecturas que había hecho cuando niño de la revista Tricolor, dirigida por Rafael Rivero Oramas, y en la cual participaron ilustradores que luego serían conocidos como insignes maestro de nuestra plástica.

5. ¿Alguna vez usted tuvo la oportunidad de recomendarle algún libro a él? En caso de ser así, cuál? ¿Lo leyó? le dio opiniones?
-Pues sí, El alma del hombre bajo el socialismo, de Oscar Wilde, un texto fundamental para entender el fin y propósito del socialismo. Y  Los desiertos del Ángel, de Alfredo Armas Alfonso, relatos concisos, tensos, sobre la región del Unare. Nos veíamos muy de tanto en tanto y siempre en las turbulencias de alguna prisa, de manera que no sé si los leyó.


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